martes, 21 de septiembre de 2021

 Un mundo pacíficamente violento

Imágen tomada de la red



Por:

     Rictuss Bartoccetti


   Según Aristóteles, la virtud ética superior es la justicia, no sólo eso, sino que podríamos decir que es la virtud misma, pero esta resulta de un equilibrio entre los dos extremos que expresan, por un lado la carencia de virtud y por el otro el exceso de esa cualidad. 



   Muy grande fue mi sorpresa cuando quise ingresar a mi cuenta de Facebook y noté que tenía un bloque por treinta días. Al ingresar a las opciones me encontré con la falta cometida y era una publicación en donde solicitaba cartuchos "negros" para impresora. En ese momento no supe si reír o enojarme.

   Al mismo tiempo una duda saltó a mi mente: ¿Es beneficiosa tanta censura? La respuesta me llegó de la mano de Siddharta. A grandes rasgos la siguiente: su padre, un rey acaudalado, quiso evitar a toda costa el encuentro de su hijo con el dolor, el sufrimiento, la vejez y la muerte aislándolo de todos esos conceptos. Al crecer, Siddharta se cuestionó sobre todos esos temas y, como era de esperarse, quiso averiguar sobre aquello que había sido censurado de su vida. La decepción fue enorme al encontrarse de frente con cosas tan abominables como la vejez y la muerte y saber, de pronto, que a él también le esperaba ese destino. 

   Y la parte fundamental aquí es que la prohibición causa el efecto contrario, es decir, despierta un interés incluso mórbido.  

   ¿Realmente protegemos a nuestros hijos evitando hablar de violencia cuando está presente en todos lados incluso al alcance de una app, o de juegos como Free fire? ¿O los empujamos a buscar respuestas en lugares erróneos y a satisfacer esa pequeña necesidad de caos de otra forma?

   

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